Inés Maldonado, una pequeña gran mujer
Todos aquellos que tuvimos la suerte de compartir momentos con ella debemos sentirnos dichosos de haberlos vivido. Inesita, como todos la conocíamos, fue un ser de luz. Inquieta, curiosa, inteligente, risueña, transmitía alegría con su sola presencia. Su capacidad de disfrutar la vida era contagiosa, amaba viajar donde fuera…nada le impedía hacerlo, aun sus dificultades motoras, con las que siempre luchó.
Podía pasar horas jugando con niños, relatándoles cuentos que siempre tenían una parte de historia real y al poco rato regalarnos una clase magistral sobre arte colonial, con la que, quienes tenían el privilegio de escucharla, quedábamos con la boca abierta al igual que esos niños.
Desde hace algunos años, su pequeño cuerpo, que me animaría a comparar con una cajita de música, se transformó en una cárcel donde quedó prisionera, sin poder encontrar una forma de comunicación con el exterior. Sólo sus brillantes y chispeantes ojos transmitían lo que su genial cabeza pensaba ante los estímulos recibidos. No fue justa la vida con Inesita, no se merecía morir en ese silencio…
Las reuniones del CNCT eran su fiesta anual, los reencuentros con sus amigas chilenas eran lo que más esperaba todos los años. Creo que desde 1999 no se ausentó a ninguna de ellas hasta que su enfermedad le dijo basta. Pero nos dejó infinidad de anécdotas y recuerdos que nos acompañaran siempre.
Inés hoy dijo basta, necesitaba la libertad de la que siempre gozó. Hoy su alma debe estar ya revoloteando por allí, por todos aquellos lugares que amó visitar. Estense atentos, en cualquier momento la pueden ver pasar!
Chau Inesita, que tengas un buen viaje!!
(Texto de Claudia Mazzola, ex socia del CNCT)
Todos aquellos que tuvimos la suerte de compartir momentos con ella debemos sentirnos dichosos de haberlos vivido. Inesita, como todos la conocíamos, fue un ser de luz. Inquieta, curiosa, inteligente, risueña, transmitía alegría con su sola presencia. . Su capacidad de disfrutar la vida era contagiosa, amaba viajar donde fuera…nada le impedía hacerlo, aun sus dificultades motoras, con las que siempre luchó.
Podía pasar horas jugando con niños, relatándoles cuentos que siempre tenían una parte de historia real y al poco rato regalarnos una clase magistral sobre arte colonial, con la que, quienes tenían el privilegio de escucharla, quedábamos con la boca abierta al igual que esos niños.
Desde hace algunos años, su pequeño cuerpo, que me animaría a comparar con una cajita de música, se transformó en una cárcel donde quedó prisionera, sin poder encontrar una forma de comunicación con el exterior. Sólo sus brillantes y chispeantes ojos transmitían lo que su genial cabeza pensaba ante los estímulos recibidos. No fue justa la vida con Inesita, no se merecía morir en ese silencio…
Las reuniones del CNCT eran su fiesta anual, los reencuentros con sus amigas chilenas eran lo que más esperaba todos los años. Creo que desde 1999 no se ausentó a ninguna de ellas hasta que su enfermedad le dijo basta. Pero nos dejó infinidad de anécdotas y recuerdos que nos acompañaran siempre.
Inés hoy dijo basta, necesitaba la libertad de la que siempre gozó. Hoy su alma debe estar ya revoloteando por allí, por todos aquellos lugares que amó visitar. Estense atentos, en cualquier momento la pueden ver pasar!
Chau Inesita, que tengas un buen viaje!!
(Texto de despedida de Claudia Mazzola, ex socia del CNCT)